viernes, 26 de abril de 2013

Tainan y Kaohsiung

Sigo con mis aventuras.
En esta me acompañó Iris, mi compañera de piso. Cogimos el tren por la mañana el miércoles y nos dirigimos a Tainan. Llegamos bastante tarde así que no nos dio mucho tiempo a visitar nada ese día. Salimos por la noche y madrugamos (más o menos) para conocer esa nueva ciudad.
Con lo primero que nos encontramos fue con un parque lleno de vida: ardillas que escapan de desconocidos y un precioso lago con peces de colores.



Sin embargo, por lo que de verdad es famosa Tainan es por sus múltiplos templos. Te encuentras con ellos en cada calle y son maravillosos. Su olor a incienso, sus colores vivos, sus dragones hacen de ellos algo mágico.



La foto que aparece a continuación es "dinero". Los taiwaneses lo queman para enviárselo a sus muertos y que así su vida en el más allá sea mejor.



Un día en Tainan nos hizo ver que no es suficiente y que tendríamos que volver en otra ocasión. Pero ahora le tocaba el turno de intentar enamorarnos a... Kaohsiung. Y vaya si nos enamoró.
Aunque el primer día nos tocase una mañana lluviosa, nada nos paró.


Visitamos el Lotus Lake y sus bellas pagonas con imágenes de dioses, tigres y dragones.



Por la tarde visitamos la montaña de Buda, sin duda, uno de los sitios más bonitos de esta isla para mí. Debajo del gran Buda hay un museo precioso con imágenes y esculturas de Buda en diferentes materiales. Es gratuito y merece la pena.



Pasamos la noche con una mujer de CouchSurfing y su familia en su casa a las afueras de la ciudad. Estuvimos practicando chino y viendo fotos de sus viajes por Asia, otra manera diferente de impregnarse de la cultura taiwanesa, una muy buena experiencia.
La última mañana de nuestro viaje la pasamos con la mujer y su hija paseando por Kaohsiung (ya que tanto el lago como la montaña de Buda no están en el centro y aun no habíamos tenido tiempo de visitar el verdadero Kaohsiung). Es una ciudad muy moderna, con edificios altos (el 2º más alto de Taiwan después del Taipei 101) y un gran puerto.


Siete horas de tren y vuelta a Taipei. Gracias por la compañía amiga nicañola :)

sábado, 6 de abril de 2013

Hualien y Taroko

Estos últimos días han sido tan locura, que contar ahora Hualien es una locura. Pero intentaré poner mis memorias en orden para contarlo lo mejor posible.

Hualien nos enamoró nada más llegar a la estación de tren. El calor nos recibió con una cálido abrazo, después de semanas en Taipei, se agradecía poder vestir con manga corta. Apure, una chica taiwanesa que encontramos por la página CouchSurfing (página muy recomendada para aquellos que viajan con poco presupuesto y que se mueren de ganas de sentir de verdad la cultura del país al que viajan) nos fue a buscar a la estación. En principio nos íbamos a alojar en su casa, pero había cambiado recientemente de trabajo a un hotel nuevo y, al no tener aun muchos clientes, su jefe nos invitó a pasar allí la noche. Impresionante. Unas habitaciones muy bonitas con unas vistas preciosas de toda la ciudad.


Cuando nos acomodamos y cambiamos de ropa, Apure nos llevó a comer y a la playa. Nos lo pasamos genial saltando las olas y haciendo fotos.


Más tarde, fuimos al centro para pasear y descubrimos un puesto de tatuajes de henna a los que no nos pudimos resistir. Lo mejor, aún estaba por llegar. Ya entrada la noche, sobre las 9, fuimos a ver unas danzas de los aborígenes de la isla, parece ser que en Hualien hay muchísimos. Los bailes son impresionantes, sobre todo los de los hombres, que se nota como se cansan y lo pasan genial con esas canciones tan tradicionales. Bailar con ellos es algo que ningún turista se puede perder.


Después de tanto meneo, teníamos muchísima hambre, así que Apure nos llevó al mercado nocturno de la ciudad donde disfrutamos de comidas que no hay en Taipei: toda una experiencia.
Por la mañana nos despertamos temprano, nos íbamos a TAROKO!! Había visto mil fotos sobre ese sitio y mis ideas no se acercaron ni lo más mínimo a lo impresionante que es esa zona en realidad. Ir en coche es algo genial, ya que puedes ir parando donde quieras y ver paisajes tan impresionantes como estos:








La visita a Taroko fue algo, de verdad, inolvidable... Sin duda, una parte de la isla que no puedes dejar de ver.