Mi viaje empezó en Tokyo. El primer día decidimos pasarlo buscando el monte Fuji. "Buscando", sí, habéis leído bien. Pues a pesar de ser un monte que mide cerca de 3800 metros, es imposible de ver con nubes. Mi compañera de viaje y yo nos sentimos muy decepcionadas cuando llegamos allí y Fuji no estaba por ninguna parte. Esto es lo único que se veía.
¿Vosotros veis algo? Pues yo tampoco. Por lo menos disfrutamos del bonito lago y de puertas estilo japonesas muy bonitas en medio de la naturaleza.
Al día siguiente, un poco decepcionadas por lo vivido el día anterior, decidimos irnos al centro de la ciudad: Shibuya, conocido por ser uno de los cruces más colapsados del mundo.
Por la noche, disfrutamos de todas las luces que se encienden en la misma zona. Típica imagen de Tokyo.
Nuestro tercer día en la capital japonesa decidimos irnos al sur a conocer el pueblo de Kamakura, famoso por su gran buda y sus templos. Siendo sincera, fue lo que más me gusto de Tokyo, me enamoré perdidamente de este pequeño pueblo.
Tren de alta velocidad: Shinkansen y dirección Kyoto :)